LETRAS EN LA BARRA

"SUDOR AGRIDULCE”
Por: Manuel Avilés



- ¡Gracias, María Fernanda! Una puñalada más y ya no tendré voz para decirte esto.

-Fue tu decisión. Siempre como el hombre de letras, de palabras tibias…de imágenes sin acción. Era un buen momento para recrear lo inevitable, lo trascendente.

-Sí, aun así, gracias. La calidad de mis historias sin sentido moró y morará siempre en ti. Gracias por ser el producto de mi eyaculación precoz, la magia de mis noches con ron blanco, mi droga, mi maldita enfermedad sin cura.

- ¡Calla! Calla, por favor.

-No, quisiera que mi alma desnuda te abandonara en el charco que pisabas la tarde de abril que te conocí. No hay lógica. No hay más cólera en un corazón cuya sangre escapa por el orificio de los años…por el hueco de mi melancolía.

- ¡Deja eso, Lalo! Sólo aceleras tu muerte.

- Ya no importa. Es mi alma arrastrando este cuerpo. Es momento, ¡hazlo Mafer! Pero por amor de Dios, hazlo en la yugular, justo donde puedes culminar lo que nunca comenzó. ¡Mátame y vete, mátame y…

-Lo siento, amor mío. Los cuchillos de cocina siempre duelen más en el estómago. Ahora debo limpiar esto.


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