EL ZORRO DICE

"UNA NOCHE DE MIEDO"
Por: Jafet Mariscal


Luces, alcohol, música y descontrol, lo que para muchos parecería una noche épica, para otros, puede terminar siendo una total pesadilla.

¿A qué me refiero? ¿De qué estoy hablando? Seguro sabes muy bien de que hablo, no podrás mentirme, pero para no dejarte con dudas comenzaré por explicar detalladamente lo acontecido hace dos noches, así es, aprovechando que es Octubre, mes del miedo y el terror, por qué no aportar una experiencia de esta índole.

Todo comenzó cuando algunos amigos me invitaron a salir en la noche para superar una mala semana y, que mejor medicina que música y buen ambiente, lo que no me imaginaba, es cómo podría aguantar una noche completa de fiesta, si el insomnio me atacaba desde hace días atrás y no había descansado bien, pero aun así, quien se niega a una noche de diversión y la compañía de seres cercanos quienes te estiman, que solo quieren verte bien y en quienes puedes confiar, en otras palabras, si te encuentras en buenas manos ¿Cuál es la excusa?, cierto, pero a la vez es esto mismo lo que comienza a preocupar, es obvio que las copas se me subirían a tope.

Para esto, cuando llegamos a nuestro club favorito todo parecía ir tranquilo, comenzamos con bebidas “no tan cargadas”, en mi caso un vodka tonic (vodka con agua tónica y un toque de limón) el cual, tras unos momentos, terminaría por desaparecer. Más tarde una botella de tequila para cuatro parecía lo ideal, otro error, pues dejándonos llevar por la fiesta nos descontrolamos un poco y lo bebimos a “shots”.

Un caballito, dos caballitos, tres caballitos y todo parecía entrar en calor, música con ritmo y caras atractivas (mucho de donde escoger en caso de que a alguno se le ocurriera flirtear), aunque no todos tenían un buen ver, un punto que más adelante explicaré.

Todo parecía perfecto hasta este punto. Pero justo en que todo iba bien, los sentidos me comenzaron a fallar, comenzando por el sentido de la orientación y el equilibrio. Aunque entre el baile y la multitud, pocos lo habrán notado. Pero para este punto la pesadilla comenzaría, aunque el cómo es que sucedió no lo recordaría. Como pequeños “flashbacks” en una película de suspenso, al tratar de recordar, solo cruzan por mi mente un par recuerdos borrosos, en primer instante yo entregando mi cartera a alguien y, en segundo lugar, yo sentado en el asiento trasero de un Taxi en compañía de alguien, a este punto probablemente digas que no me fue tan mal, lo mismo posiblemente pensé yo en ese momento, pero no al despertar.

Exacto, cuando desperté me encontraba sin ropa en cama ajena, en compañía de alguien que en esta situación llamaré “Persona X”, y no, no fue mi ex, eso hubiera estado un poco menos perturbador. Así que solo puedo decir que “me tocó bailar con la más fea” literal. Pero eso no fue todo, mi celular no estaba, no podía creerlo, tal vez “solo lo habría perdido”, quise pensar. Pero ¡Oh, sorpresa!, cuando revisé mi cartera y no restaba mi dinero, ni siquiera un par de dólares que siempre cargo conmigo, “pa´ la buena suerte”, diría mi papá. Tampoco una cadena de plata, porque claro, quien no quiere lucir joyería en una noche de rumba para impresionar. Le pregunta a “persona X” entonces por mis pertenencias pero para suerte, esta persona me encontró “solo”, “perdido” y obvio, como un “ligue seguro” (para mi desgracia). Diría que fue una buena persona samaritana, pero es obvio que pagué el hospedaje y su “hospitalidad” aunque no de la mejor manera. Para colmo mi ropa tenía rastros de vómito, me sentía aún con resaca y me encontraba lejos de casa, por lo que tendría que viajar en transporte público, pues era lógico que me habían asaltado.

Solo puedo decir, que sin duda fue una gran lección para mí, y espero también para ti que lees esto, pues yo al menos aprendí que no debo volver a romper mis reglas al momento del descontrol. Al menos o las principales “No mezclar bebidas”, “No confiar en gente extraña”, “No beber demasiado”, “No bailar con la fea”, “No alejarse de la gente con la que llegas” y sobre todo “No soltar el celular” (una pieza que sin duda, más que ser un artefacto, representa tu intimidad). La única que no rompí es “Si tomas, no manejes”, porque yo no traía auto, pero apuesto que mis amigos de mala manera lo habrán hecho. Pero ojo, a pesar de todo estoy sano y salvo. Aunque a nadie le gustaría pasar por una experiencia de esta clase, nadie en su sano juicio, por supuesto. Así que si sales de rumba, procura no caer en los excesos de ningún tipo, evita los sitios alejados y solitarios, y sobre todo a la gente extraña.


Recuerda “La experiencia es la maestra más dura. Primero te examina y después te enseña la lección”- Anónimo.

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