CUBITOS PREMIERE
Por: Moisés Bautista
Depredador. 2018
No los verás hasta que no los tengas resoplándote en la nuca: han vuelto revitalizando la saga Predator. Y lo hacen a lo grande, con Shane Black haciendo honor en cada plano a su calificación R, brindándonos una experiencia memorable. Predator que pretendía ampliar su público dando gato por libre.
Predator es una gozada de principio a fin porque te da muchísimo más de lo que te esperas: es divertidísima, es precisa, entrañable otras veces, bruta la mayoría de ellas y del todo impredecible. La acción está pensadas por un niño grande para deleitarnos a muchos niños y niñas grandes que idolatramos Depredador y la recordamos con cariño y respeto. Evoca algunas de sus más icónicas secuencias y pueden encontrarse también ecos en la puesta en escena y la banda sonora. Pero lo que ha conseguido este director es algo aún más difícil que calcarla: no empaña ese recuerdo, hace crecer la mitología del universo ficcional de estos poderosos alienígenos y entretiene que da gusto.
Como bien sabéis ya a estas alturas, Predator es el cuarto episodio de la saga canónica y por tanto una secuela de sus predecesoras: Depredador (1987), Depredador 2 (1990) y Predators (2010), aunque bien es cierto que toma como grandes referencias solo las dos primeras (por fortuna).
Predator no es una película perfecta: si la analizáramos de forma minuciosa e implacable, puede que nos pareciera hasta criticable en más de una ocasión hablando en sentido estricto de su calidad, pero es tan atípico ver una cinta tan fiel a sus raíces y tan gozosamente contraria a los tiempos que corren... juega tan bien sus cartas, en suma, que como experiencia cinematográfica solo podemos aplaudir a Shane Black.
Depredador. 2018
No los verás hasta que no los tengas resoplándote en la nuca: han vuelto revitalizando la saga Predator. Y lo hacen a lo grande, con Shane Black haciendo honor en cada plano a su calificación R, brindándonos una experiencia memorable. Predator que pretendía ampliar su público dando gato por libre.
Predator es una gozada de principio a fin porque te da muchísimo más de lo que te esperas: es divertidísima, es precisa, entrañable otras veces, bruta la mayoría de ellas y del todo impredecible. La acción está pensadas por un niño grande para deleitarnos a muchos niños y niñas grandes que idolatramos Depredador y la recordamos con cariño y respeto. Evoca algunas de sus más icónicas secuencias y pueden encontrarse también ecos en la puesta en escena y la banda sonora. Pero lo que ha conseguido este director es algo aún más difícil que calcarla: no empaña ese recuerdo, hace crecer la mitología del universo ficcional de estos poderosos alienígenos y entretiene que da gusto.
Como bien sabéis ya a estas alturas, Predator es el cuarto episodio de la saga canónica y por tanto una secuela de sus predecesoras: Depredador (1987), Depredador 2 (1990) y Predators (2010), aunque bien es cierto que toma como grandes referencias solo las dos primeras (por fortuna).
Predator no es una película perfecta: si la analizáramos de forma minuciosa e implacable, puede que nos pareciera hasta criticable en más de una ocasión hablando en sentido estricto de su calidad, pero es tan atípico ver una cinta tan fiel a sus raíces y tan gozosamente contraria a los tiempos que corren... juega tan bien sus cartas, en suma, que como experiencia cinematográfica solo podemos aplaudir a Shane Black.
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