LA CUEVA DEL OSO
MÁS ANIMAL
Por: Boris Alexis Nieves
Cuando veo a los ojos de mi amado gato, todo el mundo parece no importar. Me pierdo por completo en ese iris verde limón, que con curiosidad devuelve la mirada al ser que tiene enfrente. Veo sus lunares, similares a los míos; acaricio su despeinada pelambrera rubia que tanto se parece a la mía. Con su suave ronronear me relaja los músculos y la carga del día a día se aligera un poco.
Tal vez tú no seas tan afín a los gatos, pero seguramente tienes algún animalito especial en tu vida o en tu corazón, aunque no sea de manera física; piénsalo, ¿verdad que son maravillosos estos seres? Algunos se domestican, otros no, pero todos y cada uno de ellos conforman un pilar de importancia crucial para la naturaleza y, por obvio que suene, para la humanidad misma.
Antiguas civilizaciones tenían tal grado de respeto por los animales que llegaban a rendirles culto de manera directa; varias deidades egipcias tienen rasgos no humanos, como Bastet, Horus, Thot, y muchas otras. Los primeros hombres instauraron ejemplares maneras de aprovechar los cuerpos de sus presas: las pieles para abrigo, los huesos para herramientas y medicinas, la carne para alimento.
Es tal el impacto animal en nuestra historia que frecuentemente los vemos reflejados en un plano espiritual. El venado azul, los perros xoloescuincles, el ajolote y las serpientes son sólo algunos de los símbolos animales más importantes dentro de las diversas culturas mesoamericanas.
“¿A qué quiere llegar con todo esto?”, te estarás preguntando. Responderé al pedirte de nuevo que pienses en lo maravillosos que son estos seres, todos ellos. Estamos tan inmersos en los mundos propios que creamos dentro del mundo real que a veces pasamos por alto la cantidad de vida que nos rodea, y dentro de esta gran familia de la Madre Tierra, los animales somos quienes más interactúan entre sí.
Yo no practico el veganismo, durante un tiempo fui vegetariano, pero aunque mi consumo de carne sea muy limitado, de todos modos lo hago. No por eso simpatizo con las prácticas que dañan la integridad y la salud de los animales, sino que las repudio; doble moral, dirían algunas personas, ¿pero a ti te gustaría correr desnudo con varios pinchos en tu espalda mientras cientos de seres distintos a ti esperan ansiosos el momento de tu muerte?
Párate en algún parque al atardecer y, si no sufres de ornitofobia, serás el público de un concierto excepcional; pierde ese ridículo asco al perrito callejero y juega un poco con él, dale algo de tu cariño. Si tienes mascotas a tu alrededor, sean propias o ajenas, cuídalas como se lo merecen. Recapacitemos: el Reino al que pertenecen es también el nuestro.
La vez pasada resalté que nos hacemos cada vez menos humanos.
Este día, te propongo algo:
Vuélvete uno con la vida que te rodea aunque sea por unos instantes.
Deja salir esa euforia contenida en lo más hondo de tu ser; el mundo sería mejor si el ser humano fuese menos máquina y volviera a ser, aunque sea un poco, más animal.
Twitter: @Boris_el_oso
Facebook: Boris Alexis Nieves Casasola
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