LA CUEVA DEL OSO
MENOS HUMANO
Por: Boris Alexis Nieves
¿Cuándo fue la última
vez que volteaste hacia el cielo nocturno y admiraste el sinfín de estrellas
que se extienden ante ti? Muy seguramente, la nube de smog y contaminación
apenas te permitió advertir la solitaria presencia de la luna, agonizante.
¿Eres capaz de recordar
los inmensos campos llenos de animales y vegetación que atravesaban los caminos
que en tu niñez tomaste para ir a vacacionar a algún lejano lugar? Hoy, el 33%
de todos esos verdes campos se han vuelto senderos grises y ásperos sobre los
cuales cientos de automóviles circulan diariamente.
¿Alguna vez fuiste
testigo de la majestuosa presencia de un rinoceronte en la ocasionalmente obligada visita al zoológico? Tal
vez sí, y ojalá lo hayas aprovechado, pues solo fotos quedaron como su único
legado.
La raza humana ha
existido sobre la faz de la tierra desde cientos de miles de años. El planeta
ha sido testigo de civilizaciones que se alzaron y cayeron, de las rutas de
comercio marítimo, de eventos cruciales para la historia de la humanidad, y de
personalidades cuyas acciones fueron tan importantes que siguen haciendo eco en
el día a día de la sociedad contemporánea.
Y es entonces todo
comienza a perder sentido, que no importa lo que pase a nuestro alrededor
mientras tengamos el coche del año, un celular último modelo que renovamos cada
que lanzan uno nuevo al mercado, una extensa variedad de alimentos empaquetados
más baratos que los frescos. Que no importa nada si al final de cada día,
disfrutamos un frío refresco mientras vemos como zombis la ridículamente larga
barra de programación del televisor, para que terminemos viendo la misma
película de siempre.
Voltea a tu alrededor,
y dime si estoy mintiendo. Dime que las calles del país son tan seguras como en
tus tiempos, y que ves a los niños jugar entre ellos sin miedo. Dime que el
verano sigue siendo verano y no una combinación de las cuatro estaciones del
año. Dime si las nubes destacan como bolas de algodón en un infinito campo
azul. Dime que no estamos asesinando a nuestra propia madre, la Naturaleza.
¿En qué momento
decidimos que todo aquí nos pertenece, que los árboles solamente sirven para
satisfacer nuestra necesidad de madera y papel? ¿En dónde se firmó el contrato
que obliga a los animales a ser desterrados de sus hogares por nuestras
acciones? ¿Cómo les exigimos a los gobiernos y altos mandos que cambien, si nuestro
propio egoísmo fue el que les dio poder?
¿Cuándo fue el día en que nos dejó de importar nuestro
único hogar?
¿Cuándo fue que
cerramos los ojos ante la cruda verdad?
¿En qué momento la
lucha por el poder se volvió tan grande que nuestras vidas valen más que las de
los demás?
¿En qué momento el ser
humano reemplazó sus venas por cables, sus ojos por pantallas, su corazón por
un motor y se hizo, irónicamente, menos humano?
Contacto:
Correo: zerkaynethrair@gmail.com
Twitter: @Boris_el_oso
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